«Protege el Templo del Sol por un futuro resplandeciente.»

Las guerreras de Sicrua, la apasionada y justiciera hija del Sol, han alzado sus cabezas con orgullo ante la mirada ardiente que una vez fue capaz de derretir las alas de Arduanatt.

Así fue como en el rostro de Sicrua se dibujó una sonrisa de satisfacción, mientras observaba la sangre que caía gota a gota de las manos de sus guerreras.

«Traigan y muéstrenme los botines que han conseguido.»

Una guerrera del Sol dio un paso adelante y le ofreció una piel de serpiente desgarrada a pedazos.

Era la Piel de Ibedor uno de los sirvientes de Hadoom.

«Buen trabajo, mis guerreras. Pero, sepan que esto recién comienzo.»

Las guerreras del Sol se arrodillaron ante la voz ardiente de Sicrua y recibieron su bendición.

«Lidera al Ejército del Sol y marcha para atacar.»

La energía del sol que fluían de las extremidades de las manos de Sicrua, las llenaba de la luz de la gloria.

«Destruye completamente el Sol Negro de Hadoom que quiere derretir nuestro mundo y protege el resplandeciente porvenir de este mundo»