A medida que la oscuridad se extendía inminente por el cielo nocturno,
un aullido amenazador resonó en el aire.

Era imposible saber si el sonido era humano o animal.

"¿Podrían ser... los mercenarios?"
Preguntó un hombre nervioso a los que lo rodeaban.

Los Caballeros de la Oscuridad, los Lobos Plateados, las Sombras de la Muerte.
Fueron referidos como muchas cosas,
pero su identidad permaneció envuelta en misterio.

Incluso en la oscuridad, se comunican a través de señales únicas,
y para oídos desconocidos, sonaban como el inquietante aullido de los lobos.

No estaban obligados por la lealtad a ninguna región o la reverencia por ningún dios.
Impulsados únicamente por la promesa de riqueza y renombre,
su próximo movimiento siguió siendo impredecible.

A veces atacaban sin piedad, o surgían de las sombras como presagio del apocalipsis.
Incluso si uno intentaba huir, los perseguían implacablemente hasta entregarles la muerte.

"Si te llegó el aullido de la bestia extraña, retrocede de inmediato
Es el aullido de la oscuridad y pronto alguien se convertirá en presa."

Esa noche, el príncipe de un reino que no hizo caso a estas palabras
fue devorado por los Lobos Plateados sin siquiera tener la oportunidad de gritar.